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1- Un hombre se quejó ante el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, de que creía tener ventosidades mientras rezaba. Él le dijo: “No abandones tu rezo, hasta que oigas algún ruido o huelas algún hedor”.
2- Solíamos hablar durante el rezo, de modo que un hombre le podía decir algo al compañero que rezaba a su lado, hasta que descendió la aleya ‘y preséntense ante Al-lah con total devoción’ [Corán, 2:238]. Entonces, se nos ordenó permanecer en silencio y no hablar.